Durante un tiempo me fue imposible sacar dinero del banco. Y no porque no tuviera o porque me naciera una fobia tremenda a los cajeros. No. Fue porque las palabras la gente las usa sin saber. Las palabras son lo que son y su orden tiene una función. Aquí no vale aquello de que el orden de los factores no altera el sumando. En las palabras y en las frases, todo tiene su sitio, y si no lo saben usar, por favor, compañías y demás, absténganse.
Lo mismo me pasó en la autoescuela. ¿Habéis leído preguntas peores escritas que las de tipo test? Yo le increpaba todos los días al dichoso profesor cuando leía las preguntas: «Si ustedes no saben escribir, no pueden examinar ni de coches ni de nada», le decía día sí ,día también. Como os podéis imaginar, el que más contento se puso cuando aprobé fue el tal profesor.
El caso es que yo entraba en el cajero, introducía la tarjeta y la pantallita amablemente me decía que esa opreración tendría un sobrecargo de tantas pesetas (fue hace años). Y a continuación me preguntaba: ¿Está usted conforme?» Yo marcaba que no, él me devolvía la tarjeta y yo me enfadaba llamando a mi padre, que era el que hablaba con el banco, para decir que no había forma de sacar dinero. Me pasó varias veces, hasta que mi padre fue al banco a soltar la bronca monumental. Antes de que entrara le expliqué lo que hacía. Menos mal, porque iba directo a prenderle fuego al banco.
Pero lo lógico es que pusiera: «¿Quiere aún así sacar dinero?» Pero si me pregunta si estoy conforme no puedo decir que sí. Porque cómo voy a querer que me cobren, cómo voy a poder decir que sí a este sistema. Incapaz era de bajar la cabeza y aceptar. Iba en contra de mi ética, lo siento, no podía. Así que no volví a usar ese banco. Porque me niego a decir que sí cuando en realidad es que no. Que yo sí que se lo que significa una cosa u otra.
Aunque el cachondeíto sigue por mi familia, por supuesto…
Lo mismo me pasó en la autoescuela. ¿Habéis leído preguntas peores escritas que las de tipo test? Yo le increpaba todos los días al dichoso profesor cuando leía las preguntas: «Si ustedes no saben escribir, no pueden examinar ni de coches ni de nada», le decía día sí ,día también. Como os podéis imaginar, el que más contento se puso cuando aprobé fue el tal profesor.
El caso es que yo entraba en el cajero, introducía la tarjeta y la pantallita amablemente me decía que esa opreración tendría un sobrecargo de tantas pesetas (fue hace años). Y a continuación me preguntaba: ¿Está usted conforme?» Yo marcaba que no, él me devolvía la tarjeta y yo me enfadaba llamando a mi padre, que era el que hablaba con el banco, para decir que no había forma de sacar dinero. Me pasó varias veces, hasta que mi padre fue al banco a soltar la bronca monumental. Antes de que entrara le expliqué lo que hacía. Menos mal, porque iba directo a prenderle fuego al banco.
Pero lo lógico es que pusiera: «¿Quiere aún así sacar dinero?» Pero si me pregunta si estoy conforme no puedo decir que sí. Porque cómo voy a querer que me cobren, cómo voy a poder decir que sí a este sistema. Incapaz era de bajar la cabeza y aceptar. Iba en contra de mi ética, lo siento, no podía. Así que no volví a usar ese banco. Porque me niego a decir que sí cuando en realidad es que no. Que yo sí que se lo que significa una cosa u otra.
Aunque el cachondeíto sigue por mi familia, por supuesto…
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Terelo says
pena, penita, pena.
Besos, Teresa
Sergio says
Pues tienes toda la razón, una cosa es querer que te cobren y otra el hecho usurero del cobro en sí. Pues NO, No quieres, …pero Sí, Sí nos cobran (hasta que reventemos).
Bien contestado, y mal cobrado.
…si es que no saben escribir, leche.
Adaeze says
O por lo menos poner la opción de "que remedio" xD.
Un blog muy divertido, pasaré por aquí xD.