Siempre he escuchado en conversaciones por la calle o en el ascensor que son los hijos los que hacen mayores a los padres: ¡Qué mayor está! Ay sí, ya ves, ellos para arriba y nosotros pa’abajo. (…)
Será que somos otra generación, que las frases hechas no nos van, que los encasillamientos no nos encajan o simplemente que somos diferentes. Hace poco visité a una amiga en el hospital que acababa de ser mamá. Y como el tiempo no pasa igual para todos, en estas semanas que a mí se me han pasado volando, ella ya ha llevado a su hija a casa, ha aprendido a organizarse y ha dado un paso de gigante en el control mental (se ve que eso es muy importante en estos casos…).
La maternidad me sorprende, sin duda, pero más me sorprende la gente que, como ella, sigue exactamente igual que antes. Me contaba que «está conociendo a su hija y que de momento no nos caemos mal». Me encanta. Simplemente me encanta.
Unos padres jóvenes, ilusionados pero «cagados» ante esta nueva situación. Y que, además, lo pueden decir. Pueden comentar el susto del primer día en casa, de la primera noche mirando a Laura para ver si duerme, no duerme, si se destapa, si… ¿qué hará un bebé por la noche fuera de lo común?
Y es que ni las mujeres de ahora tenemos que fingir que lo sabemos hacer todo ni que dominamos todas las situaciones caseras, ni los hombres se tienen que esconder para que se les caiga la baba con su hija.
Será que somos otra generación, que las frases hechas no nos van, que los encasillamientos no nos encajan o simplemente que somos diferentes. Hace poco visité a una amiga en el hospital que acababa de ser mamá. Y como el tiempo no pasa igual para todos, en estas semanas que a mí se me han pasado volando, ella ya ha llevado a su hija a casa, ha aprendido a organizarse y ha dado un paso de gigante en el control mental (se ve que eso es muy importante en estos casos…).
La maternidad me sorprende, sin duda, pero más me sorprende la gente que, como ella, sigue exactamente igual que antes. Me contaba que «está conociendo a su hija y que de momento no nos caemos mal». Me encanta. Simplemente me encanta.
Unos padres jóvenes, ilusionados pero «cagados» ante esta nueva situación. Y que, además, lo pueden decir. Pueden comentar el susto del primer día en casa, de la primera noche mirando a Laura para ver si duerme, no duerme, si se destapa, si… ¿qué hará un bebé por la noche fuera de lo común?
Y es que ni las mujeres de ahora tenemos que fingir que lo sabemos hacer todo ni que dominamos todas las situaciones caseras, ni los hombres se tienen que esconder para que se les caiga la baba con su hija.