Pero se ve que el tema hostelero con esto de los sexos no se lleva muy bien. Primero, cuando era pequeña y pedía agua siempre le ponían el agua a mi padre y la Coca Cola a mí. Y nos las teníamos que cambiar. No pasa nada. Después, y si esto te pasa es tremendo, a veces iba con algún chico que pedía Coca Cola Light y yo normal y la light me la ponían a mí. Que dan ganas de decirle: ¡sin indirectas, que estoy en el Hollywood y me he pedido una hamburguesa doble! Pero te contienes. El tiempo pasa. Y un día vas con tu novio, pides tú la cuenta (este tú lo he escrito adrede para remarcar quién pide la cuenta) y el camarero tiene a bien dársela a tu novio. Es decir, al chico. Esto me pasa constantemente. ¡¿Perdona?! Ah, que mi marido viene de cazar un mamut y es él el que te tiene que pagar. Perdona, es que de estar todo el día en la cueva quitando las manchas de sangre y barro del taparrabos de mi maridito pierdo la noción de la realidad… ¡Pues te va a pagar tu tía! Ah no, tu tío.
¿Cómo tenemos el cerebro organizado? Alguien pide la cuenta y directamente se la dan al chico. Algo hay cultural en la cabeza que nos ronda y en el momento de elegir a quién dar la cuenta, se produce el efecto «ruleta», el cerebro dice: hombre que es quien tiene la pasta, y al chico que va.
Me temo que pasarán años hasta que esto cambie, aunque he de decir que una vez me dijo un camarero: La cuenta para ti que los tiempos están cambiando. Casi le doy un abrazo, eso sí, la propina se la ganó.
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Manuel Sánchez Acero says
Me encanta el desenlace, muestra un hilo de esperanza para la sociedad que nos ha tocado vivir (Muy bien ganada esa propina).
Clara, curiosamente yo también me he fijado (Y aquí va otro ejemplo) como en mi familia estas pasadas navidades, comiendo con mis padres y tíos, eran mi madre y mi tía las que por inercia se levantaban a por lo segundos platos, postres y demás mientras mi padre y mi tío se quedaban sentados hablando (Otra vieja costumbre que ratifica lo que muy bien expones)… Y el caso es que no deja de llamarme la atención. Me quise levantar a ayudarlas pero ellas me dijeron 'Siéntate' porque ya sois muchas veces las propias mujeres las que tomáis esa iniciativa fruto de una educación claramente machista.
En fin, es bueno darse cuenta y pensar en ello para que poco a poco las costumbres absurdas cambien.
Por cierto he estado de exámenes (De hecho pasado mañana tengo el último parcial por el momento) y por eso no he podido visitarte últimamente pero ya regreso! 😉
Un beso fuerte!
Manu UC.
alfredo says
Me ha venido a la cabeza aquella peli "Como ser mujer y no morir en el intento" del libro de Carmen Rico, en la que se suceden escenas como la que cuentas.
Pero no hace falta remontarse a tanto para comprobar que se tardará mucho en eliminar tan prehistóricos comportamientos.
Besos
Terelo says
La verdad es que no se que decirte, te entiendo perfectamente. Antes me daba mucha rabia, ahora, con el tiempo a tus espaldas … la conclusión es que no nos convienen los sofocos.
Besitos.
Teresa
Carlangues says
Si, tens tota la raó. Però és dur dir-ho, els infants encara van d'aquest pal. T'explico: tinc una nena a la classe que li agrada jugar a futbol i a l'hora del pati sempr hi ha problemes perquè la desprecien. I molts diuen que les feines casa les fan les mares i les filles, els pares i fills, mirant el futbol.
També s'està donant un problema que l'arrosseguem fa anys: la femenització del món de l'educació. Els claustres i equips d'educador dominen les dones. Això ja passava a l'edat mitjana. La mare educa i cuida dels fills, i el pare busca els susten familiar.
Tere says
Esa es mi chica!!! me pasa cada 2×3, antes no me fijaba tanto hasta que me abriste los ojos y ahora me pongo de uuuuuuna mala leche, frunzo el ceño, me giro de lado al tiempo que cojo la cuenta y tranquilamente le digo: No se preocupe, yo pago 😉
Anónimo says
Bueno, te entiendo lo de la Coca Cola, lo de señora de…y todo eso. Pero ¿sabes una cosa? que la cuenta se la den al del ¡MAMUT! (en algo tendremos que seguir beneficiadas ¿no?)