La ciencia evoluciona, la medicina evioluciona, la automoción evolucina. Los fontaneros no. Tengo hace más de siete meses, sin exagerar, una gotera en una de las habitaciones de la casa. Después de mucho insistir y como si me estuviera perdonando la vida, vino un fontanero a hacer una «inspección visual». De ahí a casa de la vecina, Mar somos unas santas, y vuelta a mi casa. Estuvo más tiempo en el rellano que en cualquier sitio. En todo este tiempo lo he visto más de diez veces y nunca lleva nada, ni una sola herramienta, ni una caja para aparentar por lo menos, nada. Pero es que esto ya roza el colmo. Me he subido a escribir porque si no sacaba yo mis herramientas y no para ayudarle, precisamente.
Ding, dong: «Hola, buenos días. Estamos tirando agua por la terraza de la vecina y vengo a ver si cae algo (algo de agua supongo porque aunque vaya vestida informal este hombre no es el fontanero de mis sueños, ni siquiera de mis pesadillas…)». «Pase, pase», ya con tono de «necesito perderle de vista pronto», le contesto.
Debajo de la gotera tengo puesta una toalla porque el agua ya cae directamente al suelo. Y ya sabéis mi falta de previsión sobre acumular periódicos para estas situaciones de emergencia. El fontanero ha mirado el techo, luego la toalla y ante tales espectativas le he colocado encima de la toalla papel de cocina para que vea rápidamente si se empapa o no. Vuelve a mirar la toalla y pide silencio porque quiere oir la gota caer…Y como técnica infalible ha extendido el brazo y ha colocado la mano entre la gotera y el suelo esperando la prueba divina: habemus gotera. Como si el cerco de agua en el techo, la ropa que hemos tenido que tirar y los armarios podridos no fueran suficiente. Él necesita la prueba empírica, es un clásico de la fontanería. Y allí está. Lleva 20 minutos con el brazo extendido. Luego le dará un tirón y estará de baja un mes. Como ya se acerca el verano voy a poner una Toy debajo de la gotera y así nos bañamos todos los vecinos. Voy a bajar y le voy a decir que pare y que empiece a hinchar la colchoneta…
Mercedes says
Jejejeejejejeje… Amiga, eres increíble. A mí me pasa tal como a ti y el fontanero no sobrevive a dos visitas. Pero estos que han aprendido en la "F.P" qué puñetas se han creído. Ya vendrás a contarnos la mejor parte de esta historia. Esa es para hacerse el haraquiri. Sí, esa, la de la factura.
Suerte y al toro.
Un abrazo.
Anónimo says
¿Por qué la llave es inglesa y la tortilla francesa?