Las películas en 3D han invadido nuestras pantallas de cine, unas con mayor fortuna que otras. Estas películas parece que nunca acaban de sacarles todo el partido que se puede. Eso sí, te cobran dos euros más por las gafas que se te clavan y seguro que más de una te contagia algo…
Cuando algo de este tipo llega a nuestro país nos saca el «paleto» que todos llevamos dentro. No hay duda: «Ostias!!! que lo tengo encima!», gritaba el señor de la butaca que tenía detrás. «¿Madre mía! ¡Qué moderno!», decía su mujer. Yo que siempre miro estas cosas con un poco de distancia (aunque en el caso del 3D sea difícil), no lo veo para tanto una vez te acostumbras.
Pero es cierto que la historia se repite. Cuando empieza la película, todos con las gafas puestas, y ves a los que por primera vez descubren las películas en 3D, recuerdan a aquellos que señores que salieron corriendo del bar al ver por primera vez una corrida de toros por televisión.