Un día nuevo bajo el sol. Me decido aprovecharlo a tope así que cojo el carro y ¡a la calle!
Mientras hago mi particular ruta por el barrio me doy cuenta de que los paseantes que se encuentran conmigo miran el carrito y sonríen. Una sensación nueva. Y yo con la cabeza bien alta y bien orgullosa. Como el paseo está yendo tan bien, me decido a alargarlo, a ver si tenemos más fans… Un poco de sol, un poco de airecito y ¡paseo asegurado!
Aunque pensándolo bien tengo que llevar estos sacos de tierra a mi terracita. Por el sol y las lluvias de estos días parece que se han comido kilos y kilos de tierra. Les falta casi un palmo a cada maceta… Esto lo tengo que solucionar hoy, no pueden estar mis plantas pasando hambre… Hoy toca arremangarme, ponerme mis guantes rosas de jardinería, pantalón corto y a regar. ¡Qué placer! Luego tendré que ponerle las vitaminas y el abono, esas bolitas azules que ponen bonitas bonitas a mis plantas. ¡Ay! se me ha ido la cabeza pensando en mis labores que le está dando demasiado sol al carro… «Ay, tranquila, ahora llegamos a casa y te doy agua». El sol le sienta bien pero tanto… Ahora me siento culpable. «No te preocupes, que el fin de semana te llevo a los viveros. Tú sólo tienes que hacer bien tus deberes esta semana» Ay, qué bonita llevaba a mi tomatera en el carrito de la compra. Llegamos a este acuerdo y, mírala, qué bien está haciendo la fotosíntesis en la terracita…
Matusalem says
Cuando los tomatitos estén rojitos y maduritos ¿nos farem una esnsalá?
Clara Montesinos says
¡Por supuesto! Y de las buenas…
Matusalem says
Sera una crudité minimalist du petit tomat, me temo
Mercedes says
Así que miraban la mata del tomatero…
Aquí disfrutando de tus amenos y excelentes relatos.
Un abrazo.