En un lunes tan soleado como tenemos hoy y con unos vientos típicos de un día de playa con una coleta bien tirante para que el pelo no te ahoge, sólo pienso en el futuro y en una historia que me contaron el otro día.
Muchas veces pienso que soy puntillosa con algunos comportamientos machistas, que soy yo que estoy a la que salta, pero creo que hemos evolucionado mucho más de actitud que de hechos, como si todavía no nos creyésemos que tenemos lejos al mono y que deberíamos ir hacia un futuro diferente. Ir, no retroceder.
Cuando vas al gimnasio o empiezas una dieta, o un proyecto nuevo como un trabajo diferente o algo así, siempre, el consejo fundamental es que el primer paso es creértelo. Es un poco de manual de autoayuda pero el poder está en tí. Si, por el contrario, nos tiramos piedras sobre nuestro tejado, decimos cosas como: no voy a poder, con lo torpe que soy, etc… no va a haber forma de que demos ningún paso en la evolución. Nos hemos quedado estancados en la página 2010 del libro de la hitoria, os lo digo.
Por regla general, muchos hombres son más olvidadizos que las mujeres. Pero no es bueno generalizar. De hecho conozco más chicas despistadas que chicos. (Mis amigas se estarán partiendo de risa en estos momentos porque saben que es verdad). Eso es lo que marca la tradición, pero habrá que romperla, digo yo.
Y cuento esto porque nos veo abocadas a cuidar sine die a los hombres de nuestro entorno. ¿Por qué? Porque ni los médicos confían en ellos.
Un hombre de unos 50 años fue a la consulta de su médico porque tenía una molestia en los ojos. Después del diagnóstico le dice: «Te tienes que poner unas gotas dos veces al día durante dos meses. Mira, si quieres te las compras. Pero yo de tí no tiraba el dinero. Si fueras tía, te las pondrías todos los días y en tres meses estarías perfecto. Pero como no te vas a acordar de ponértelas, un día se te olvidarán en casa, otro día tendrás una reunión, etc… ni te las compres». Vale, doctor, perfecto. Entonces que un hombre no se opere porque no hará la rehabilitación, que no haga dieta porque no se acordará de la dichosa fotocopia y que no baje el colesterol porque no comprará el Danacol.
Tal vez algún día nosotras nos olvidemos de asistir veinticuatro horas a estos hombres tan despistados. Nosotras dejaremos de deslomarnos y ellos empezarán a pensar.
Anónimo says
Que los hombres seamos en algunas cosas dejados,olvidadizos en otras o, como decían nuestras abuelas seamos unos "adanes", es posible. Pero eso no implica que vosotras -oh perfectas y cúlmen del evolucionismo, tengais que ocuparos de nuestras cosas. Creo que lo que el médico se refería a la constancia de las mujeres, frente al despiste de los hombres. Tal vez,entre otras cosas, porque no tengamos un reloj biológico que nos diga cada mes, que hay que cambiar el aceite.O porque no estamos pendientes de si los zapatos combinan con las pulsera y asu vez con la sombra de ojos… Tal vez ésas cosas, sean las que os hacen más constantes. Digo yo.
Mercedes Pinto says
No sabes cómo me identifico con este texto, me pregunto ¿qué pasaría si yo perdiera la memoria?, ¿quién iba a llevar el dinero para pagar en los restaurantes?, ¿quien iba a acordarse de llevar las llaves de la casa?, ¿quién iba a apagar las luces cuando nos vamos de vacaciones?, ¿quien…?
¡Qué desastre!
Besos.
José R. González says
Creo que son muchas más cosas -y más importantes que las que dice el primer comentario- las que hacen a las mujeres más constantes. Además, yo en particular, pienso que es innato, las mujeres tienen más fuerza de voluntad y son más perseverantes. Y creo que de media hasta más inteligentes.
La prueba la tengo en mis compañeros/as de clase del colegio y el instituto. Fuimos practicamente los mismos hasta la ESO y puedo decir, con cierta vergüenza, que siendo aproximadamente unos 15 chicos y unas 15 chicas, tan sólo 3 chicos llegamos a la universidad. Las chicas, salvo 1 ó 2 todas han terminado con título universitario.
Los hombres tenemos un problema, y es que estamos tan "enmadrados" desde pequeños -porque ya sabemos que la relación entre un hijo y una madre es muy fuerte- que luego esperamos que nuestra pareja haga un poco esa función. Y así no se puede ir por la vida. Así que estoy de acuerdo contigo, cuando dejéis de hacer ciertas cosas por los hombres que no tenéis que hacer, aprenderemos a ser algo más autosuficientes. No hay mejor lección que tener que sacarse las castañas del fuego uno mismo.