Esta frase se vino el sábado pasado a mi cabeza. Era la fiesta de cumpleaños de mi amigo Félix. Una cena buena, una tabla de body board y un video muy creativo hicieron que la noche pasara rápida y divertida. Impidió un poco el asunto un megáfono que, con muy buena cabeza, una amiga decidió comprar y amenizar con sus lemas los postres…
En estas celebraciones siempre descubres historias de amigos que desconocías por completo. Y se repiten otras que por más que las escuches no dejas de reír y de sorprenderte. Y en algunos casos hay muchas coincidencias con amigos dispares. Y es que en el tema de la cama hay mucha miga. Y siempre el endormecimiento y la oscuridad de la noche adornan estas situaciones. O eso creo. Si no no tiene sentido que una de mis amigas decida irse a casa de un amigo después de una larga noche de risas y copas y acabara como acabó.
Mi amiga, también con muy buena cabeza, decidió aceptar la invitación de irse a dormir a casa de Rafa ya que estaba más cerca. Él vivía con sus padres a los que también conocía. Todo quedaba en casa. Con el sigilo que se puede tener a esas horas (se quiere más que se puede) el amigo le indicó su cuarto: «Esta es tu habitación. Mañana nos vemos. Buenas noches». Mi amiga que es muy obediente allí que se acostó. Pero se ve que quería cambiar de aires. Así que sobre las diez de la mañana la madre se la encontró en la cocina y ni le saludó. Pensó: «¡Qué maleducada la amiga de mi hijo! Si yo pensaba que era maja. Uy, ¿a dónde ha ido?» Al ser una casa grande y desconocida para ella la madre se preocupó. La buscó por la planta de abajo, por el jardín, por el garaje y nada. Sólo le quedaba por mirar en un sitio: su cuarto, donde estaba durmiendo su marido. Por descartar cualquier posibilidad, la madre se armó de valor y abrió la puerta de su dormitorio. Vió, cerró y fue a despertar a su hijo: «Rafa, que tu amiga está en la cama con papá». El hijo se despertó sobresaltado: «¡Qué dices!?» Subieron la escalera a toda prisa y despacito, no daban crédito, abrieron la puerta del dormitorio. Efectivamente. Allí estaba mi amiga bien acurrucadita en la cama de los padres con el marido de la susodicha. Ambos durmiendo cada uno para un lado sin inmutarse el uno del otro. La historia se hizo famosa por la ciudad en la que muchos padres envidiaban a este marido. El marido en cuestión sólo podía pensar: «Dormir contigo es mentira».
Lo mismo que pensó un amigo de Luis. También después de una noche de risas y sin más espacio en la casa que su cama. No pasaba nada. Eran amigos de toda la vida. Vergüenza ninguna. «Como tú te levantas más tarde, duermes tú en el lado de la pared», le indicó el amigo a Luis. De pronto Luis se despertó de un tirón muscular en la pierna. No podía moverse, le despertaría. Tampoco podía salir de la cama y no sabía donde estaba el baño. Decidió quedarse en la cama e intentar estirar la pierna. Pero el dolor era muy fuerte. Y ahí estaba él agachado tocándose la pierna y quejándose. Lo que quería evitar se convirtió en realidad. Su amigo se despertó. Pero como de noche todo se confunde, logicamente lo primero que pensó no era que su amigo tenía un tirón y que le podía ayudar. Si no que era un guarro y que se estaba aliviando en ¡su propia cama! y ¡a su lado!. Decidió cerrar los ojos y continuar durmiendo.
A la mañana siguiente no le miraba ni a la cara. Luis notaba que algo no iba bien y para romper el hielo le dijo: «¡Madre mía anoche!». «Encima me lo va a contar», pensó el amigo. «Qué dolor el tirón que me dió en el muslo». El amigo sólo supo que darle un abrazo y es que dormir con él también era mentira.
elvira says
jajaja…la primera de las historias nunca me cansaré de escucharla, me divierte tanto!!
Respecto a la segunda, ya me diras…
Mercedes says
Menudos amigos tienes… Ja, ja, ja… Aunque, pensandolo bien, ¿hay algo más natural que dormir? Pues ya está, a qué tanto escándalo.
Besos.
Anónimo says
Ambas historias son espectaculares, pero la primera es digna de convertise en una auténtica "Leyenda Urbana"… La otra cara, trágica de la moneda es cuando alguien descubre, tras muchos años durmiendo juntos, llega a la misma conclusión: Dormir contigo, entre ptras cosas más, es mentira… Pero eso es harina de otro costal.
Natàlia Senmartí Tarragó says
Eso de acostarse en cama ajena, aunque sea tú a la derecha y yo a la izquierda, trae líos, trae comentarios y risas. Histórias para no dormir de no ser en la cama deseada, resacas, agujetas, madres y padres, hijos y espíritus…
Relato de situaciones posibles, divertido, ya lo creo. Besooo.
Anónimo says
A ver que va a pasar!! a cualquiera le pué pasar, que por la noche todos los gatos son pardos… y la cama de los padres siempre es mejor que la de los invitados. Desde entonces caigo bien a todos los padres