Quizá debería seguir fingiendo que sé decir futón pero es irremediable. Siempre tengo que pensar en si el colchón dichoso ese de los japoneses se llama futón o tufón. Y todo vino porque cuando entré a vivir en mi nueva casa había uno. ¡Anda! «No me gusta el colchón este que está en el suelo», decía yo. Y la gente: «Ah! el futón (o tufón) es muy cómodo y muy bueno para la espalda». No me lo creo, no me gusta. Así que intenté encalomárselo a algunos de mis amigos y no hubo forma, ni siquiera de saber decir bien el nombre.
Y es que hay palabras que se te cruzan o que te encantan. Llevo varios meses, por no decir años, encantada con la palabra «sinfonier». ¡Pero que bonita que es! Otras se atraviesan como tufón o futón y otras no les encuentras nigún sentido. Creo que eso es lo que le pasa a los políticos. Que no saben que significan palabras como paz, diálogo, empatía… Si no les dices cosas concretas, no se centran. No se centras y así vamos. Yo sigo pensando en «sinfonier» que además no tengo. Voy a comprame uno.
Mercedes says
Te entiendo, a mí siempre me gustó la palabra armonía, me parece tan hermosa… En cambio otras son, claramente, un desafío a la pronuciación, como esternocleidomastoideo, ¡jesús!qué cosa más fea.
Sinfonier no está nada mal, como que invita el descanso y la reflexión.
Siempre amenas tus entradas.
Un abrazo.
Anónimo says
Un futón sucio se convierte,indefectiblemente en un tufón (Lao -Tsé).