Loca

Hoy me he levantado, me he atado la manta al cuello cual capa de súperhéroe y me he subido a la barandilla de la terraza poniendo las manos en la cadera. Hoy me he hecho la loca literalmente durante todo el día. He podido ir despeinada con un jersey rosa con nubes blancas, un pantalón azul eléctrico, calcetines de deporte blancos y zapatillas de estar por casa a cuadros mal puestas. Lo extraño es que esa ropa no la tenía antes en mi casa. Ha sido al decidir que hoy era una loca cuando al abrir el armario me he encontrado todos esos conjuntitos. En otro momento hubiera pensado:» ¡Horror! Esto no combina y pica». Pero hoy me ha venido de perlas (objeto que de loca me combina muy bien con el sueter de nubes aguatinado).

He desayunado lentejas. Paseado a Trancas (de Trancas y Barrancas) por la calle con la correa de mi perro. Se ha portado muy bien. He comido chucherías y he saltado a la comba en un paso de cebra del centro de la ciudad. Ya por la tarde he decidido continuar mi jornada de loca maquillandome con carmín la cara (la boca hay que encuadrarla) y los párpados con un azul que me hacía juego con los pantalones. Sin olvidar los complementos: unos pendientes de pinza dorados y bien grandes, un bolso de cuero negro cruzado y unos zapatos de salón negros de hace veinte años (con mis calcetines blancos). Ya dispuesta para mostrar a la ciudad mi look de «loca nocturna» he salido a la calle por la azotea, nada de convencionalismos. Al llegar al asfalto he ido de un lado para otro como si fuera en bici. Es verdad aquello de que nunca olvidas ir en bici porque he llegado sana y salva, sin caerme. Para cenar M&M (emanems) con salsa tártara. Mmmmmm! Ahora creo que voy a probar a volar con los sifones a la cintura como Mafalda. ¡Qué gran maestra!