Lo lógico es pensar que lloré por esos modelazos que sacan y a los que aspiro tener aunque sé, y no pasa nada, que jamás los tendré. O por ver como estropean taconazos de quince centímetros en el desierto. O tal vez por lo estupendas que están cuando algunas me doblan la edad… A lo mejor he llorado, ya no recuerdo por qué, porque venía del gimnasio y estaba floja. Es lo que tiene darlo todo en Body Power…
Y eso que a pesar de salir corriendo, darme una ducha rápida e ir andando al cine del centro, he tratado de estar a la altura del filme con unos vaqueros ajustados, una camiseta de tirantes rosa con un poco de escote, (despúes de salir del gimnasio se encuentra todo en su sitio más que nunca), una pashmina a juego y un shoppingbag que llamaba la atención en la aburrida noche del miércoles. Al llegar al cine me he dado cuenta de que todas, y algunos homo, habían pensado lo mismo que yo: «Hay que ir estupendas a ver esta película». Faldas abullonadas con manoletinas fucsias, pantalones pitillo con cinturones anchos, pelos imposibles con sueters multicolores… Es que si vas sin arreglar, en cuanto se encienden las luces anunciando el final de la película y te miras después de ver tanto glamour, te puedes ir a tu casa a comer helado y a rodearte de gatos.
No seré yo quien hable del transfondo de esta película, que lo tiene. Ni la que premie el mejor guión ni nada por el estilo. Simplemente es una historia de cuatro amigas con cuatro vidas diferentes que cada una diseña como quiere y puede. En fin, que las chicas de Sexo en Nueva York también se hacen mayores, como todas, supongo…
Mercedes says
No he visto esta película, pero me la apunto. Aunque ya te digo que para hacerme llorar a mí…
Un abrazo.