Me encanta recibir regalos aunque me gusta más hacerlos. Y lo digo hoy, un día después de mi cumpleaños con una cifra un poco, como diría, caca. Pero eso es otro tema que habláremos más adelante, en otro post, más o menos.
Para mí acaba de empezar la temporada de regalos: mi cumpleaños, aniversario, Papá Noël, Reyes Magos… Y la temporada va bien, y eso que dije que no necesitaba nada, pues ¡he tenido de todo! Desde una súper tele de plasma y leds, hasta libros y unos cuadros ideales, entre otras cosas.
Pero ¿qué ocurre con estos presentes? La gente que te los regala quiere ver que los usas. Unos observarán desde el silencio día tras día tus comportamientos esperando ver que utilizas lo que te dieron. Otros, más atrevidos, te preguntarán abiertamente: «Hoy te podrías haber puesto el collar de tiras de colores de cuero que te regalé» … «Pues sí, es que me lo puse ayer justamente…»
Las Navidades pasadas mis padres nos regalaron una olla exprés u olla rápida, que creo que se llama ahora. Como desde siempre he oído leyendas peligrosas sobre este artefacto me daba un poco de yuyu usarlo. Y mi madre, claro, preguntaba: «¿Ya la has usado?» Y después de darle largas durante un año y usándola sin tapa para mezclar la pasta, mi madre se vino cargada de verduras a mi casa: «Mañana voy, compro la verdura debajo de tu casa y hacemos un caldo en un momento. Verás que no se ensucia nada de nada y con seis euros, un caldo estupendo para varios días». Ante este argumento no me pude resistir, aunque creo recordar que no tuve opción. «Esto lo tienes que aprender a hacer. Y ya te digo que se te queda la cocina impecable». Y colgó. Lo siguiente fue el ding dong de mi puerta. Mi madre cargada con el pollo o la carcasa o lo que sea eso que me da cosa y verdura por todos los lados. Parecía una famosa a la que le acababan de dar un ramo al bajar del avión. Fuímos directamente a la cocina. Saqué la olla exprés y ale, a meter todo: «Luego lo cuelas y esto lo tiras. No tienes que tocar nada de eso que te da asco».
Todo para dentro y al fuego. Cuando ya estaba en marcha me acordé de que eso llevaba un taponcito. Después de buscar por varios cajones lo encontré y se lo pusimos como quien pone una aceituna a un Martini. Mientras hacía marcha nos fuímos a almorzar. Al volver eso seguía al fuego: «Pero tendrá que hacer algún ruidito» preguntaba yo. Seguimos esperando y nada. Después de un primer periodo de treinta minutos en el que almorzamos y de un segundo periodo de cuarenta y cinco minutos en el que hicimos un arroz con leche en la Thermomix, la olla seguía al fuego. Lo apagué y quise moverla: «La olla no se toca que puede explotar», me indicó mi madre. Recogimos la cocina pero no estábamos satisfechas. Así que con un dedito mi madre empujó levemente el tapón. No sé si esperaba que le dijera algo así como «Me quedan diez mintos» o «Un poquito más, por favor». Un toquecito, un aleteo de mariposa, una brisa que supuso la consecuente salida del tapón hacia el techo y litros de caldo saliendo a chorro por el agujerito de la olla… Hasta el trapo de cocina salió disparado y destiñendo a su paso, era rojo. Tuve que ir al baño y tirarle dos toallas encima que fueron absorviendo todo el caldo. Caían gotas de los estantes, del estractor que tuvimos que desmontar, y de los cajones para acabar pringando el suelo…El medio litro que quedó en la olla estaba buenísimo. Me atreví a probarlo seis horas después cuando me decidí a abrir el recipiente mágico.
Cuando la lluvia de caldo me permitió ver a mi madre y después de meter las toallas en la lavadora, comentamos lo rápido que es pero sobre todo ¡lo limpio! Oye, y que no ensucias nada de nada…
Nota: Se vende olla exprés casi nueva con instrucciones sin leer. Razón: en el blog.
Cristina says
Jajajajaj! Nunca comento nada pero este post lo merece, que risa! 😀
Anónimo says
Si es que lo de la slow food, tiene sus inconvenientes. Yo, en caso de emergencia, choripán con chimichurri… Llámame clásico. Y si es un acontecimiento especial, "un pecao" en Santa Ana.
CLARA says
¡Baratisimo! 6 euros de ingredientes y 25 de quitagrasa, mistol, jabón para la lavadora, suavizante, 2 aguas de mocho. Eso si, no hubo que colar casi nada.
Yayin says
JAJAJA,Clara (madre) que calladito lo tenias,en la proxima merendola lo tienes que contar.
Otro dia el caldo te lo hace tu mami en casa,y tu la cocina limpia.
Besets – Rosa
Anónimo says
Creo que esto de la olla exprés, nos ha pasado a todas alguna vez, con más intensidad o menos…(lo del taponcito).Pero lo peor es cocinar cosas que no debes y que nadie te ha dicho ¡NO LO HAGAS!!! PANIC (pensando que se hará en cinco minutitos.Algún día te contaré lo que me pasó a mi (es que me dá un poco de verguenza que se enteren todos)
Pedalier says
Esos artefactos los carga el Diablo. Con lo fáciles que eran las ollas de antes…
Nos leemos.
Carlangues says
La meva dona s'ha comprat una i va voler fer un estofat. Pero se li van cremar. Tota la casa feia oloreta de l'estofat cremat.